Mis pasos son ordenados por el poder de Su palabra.
Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mi. Salmos 119:133
Lunes
En medio de una juventud que se debate entre modas pasajeras y decisiones precipitadas, el salmista clama por una dirección que provenga únicamente de la Palabra de Dios no de su juicio o inteligencia ya que estos son falibles y pocos confiables. Cada paso en la vida debe ser ordenado por Dios, esto asegura que nos irá bien en todo, mas no lo hacemos por eso, sino porque entendemos la necesidad de que sea Dios quien lo haga porque Él es perfecto y nos hará perfectos por Él. Cuando nos alineamos con las verdades eternas que nos guían hacia una vida plena y santa, nuestra vida se vuelve un testimonio vivo, donde nuestro entendimiento de Su palabra se refleja en actitudes y decisiones que tomamos y estos nos diferencian del mundo.
El anhelo por lo cual queremos que Dios guíe nuestros caminos, surge del profundo deseo de vivir con integridad. La Palabra de Dios se convierte en un faro que rompe la oscuridad de la confusión y nos guía en santidad a toda verdad.
Martes
El clamor del Salmista nos reta a buscar en la Palabra la guía imprescindible para sortear las encrucijadas de la vida. En un mundo saturado de alternativas que desvían y confunden, la voz de Dios se alza firme, invitándonos a apartar la mirada de lo efímero y ponerla en las cosas de arriba. Cada enseñanza, cada mandato revelado en la Escritura, se vuelve el cimiento sobre el cual se edifica una vida marcada por la santidad y enderezada por Su palabra.
Un corazón dispuesto a encontrar los tesoros escondidos en las escrituras, descubre que la Palabra no es un mero conjunto de normas o reglas in sentido, sino la senda viva que reordena y alinea nuestro caminar. La juventud, cargada de sueños y anhelos, encuentra en este llamado la exhortación para forjar un carácter que desafíe las corrientes contrarias. Vivir conforme a las enseñanzas de las escrituras es, en cada decisión, un acto de valentía para el joven de hoy día.
Miércoles
El Salmista implora una dirección que solo puede provenir de la Palabra de Dios, reconociendo en ella la fuente de sabiduría que endereza el sendero de la salvación. Ante las tentaciones y desvíos propios de la etapa juvenil, la instrucción de Su palabra se alza como el único remedio contra la inestabilidad de un mundo que cambia con los tiempos.
La invitación a dejarse enseñar por Dios, se transforma en un desafío que exige coraje y entrega total para todo aquel que lee estas verdades escriturales. Al permitir que la Palabra ordene nuestro andar, se forja un carácter que resiste las presiones y contradicciones del entorno, y que nos da la certeza de que, al caminar en obediencia a esta verdad revelada, Dios promete cuidarnos hasta el fin de los días.
Jueves
La Palabra que ha ordenado cada detalle de la creación nos invita a mantenernos firme en la Fe en Cristo solamente. 2 Timoteo 3:16 dice que esta palabra sirve para instruirnos y corregirnos en justicia para que todo hombre sea perfectamente preparado para toda buena obra. La palabra del Señor nos capacita no solo para ser santos y rectos delante de Dios sino, para toda buena obra que podamos hacer.
El deseo del Salmista en los capítulos siguientes es que Dios alumbre su rostro sobre el, y pide que Dios le enseñe Sus estatutos porque estos son fieles y verdaderos.
Oremos para que el Señor enderece nuestros pasos en cada momento de nuestras vidas.
Viernes
La invitación el día de hoy es a caminar de la mano de las escrituras y en contra de las corrientes mundanales y de las ofertas contemporaneas como: las modas, música, e ideologías huecas, sutiles que llevan al error al joven de hoy.
Los desafíos de la vida se convierten en una oportunidad para reafirmar el compromiso de dejar que la verdad dirija nuestro camino y que toda iniquidad se aparte de nosotros. Que la enseñanza de la Escritura transforme tu rutina, impulsándote a ser luz en medios de las tinieblas, sal de la tierra y un ejemplo para los demás jovenes.
Oremos para que Dios nos de el coraje de confiar en Su palabra.