El necio y el burlador requieren de nosotros un carácter modelado con la Palabra de Dios
Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. – Prov 26:4
Si miramos con cuidado nuestra mano nos daremos cuenta que tenemos dedos de todos los tamaños: unos más cortos, otros más largos, unos más delgados, otros más gorditos, unos se doblan con facilidad, a otros se les dificulta. En fin, todos diferentes; pero todos miembros de una sola mano.
De la misma manera, las personas somos diferentes pero todos fuimos diseñados y creados por un solo Dios. Esto es cierto no solo en el aspecto físico, sino también en el aspecto espiritual, y en el carácter, de manera que a nuestro alrededor ha habido y siempre habrá personas amigables, pacientes, comprensivas; pero también siempre habrá personas irrespetuosas, impacientes y egoístas. El estrago del pecado en el hombre ha causado esto y muchas otras peores cosas, pues aún las personas amigables, pacientes y comprensivas necesitan de Cristo tanto como las demás.
Dentro de los tantos tipos de personas con los cuales habremos de convivir en nuestro vecindario, nuestro colegio, incluso nuestra iglesia (y aquí esperamos y oramos que Dios obre en el corazón de cada uno para que Cristo sea reflejado, comenzando por nosotros mismos), están las personas necias y burladoras. Esta es una característica de algunos que se deleitan en molestar a los demás, en burlarse de los demás, en desesperar a los demás hasta el punto en que perdemos la cordura y solemos entonces responder de forma airada, logrando así el necio y el burlador su objetivo: traer a los demás al escenario del pecado en donde él se encuentra.
Uno de los grandes “secretos a voces” (aquellos que no se dicen, pero todo el mundo sabe) es que si te molestas y te aíras cuando te llaman con algún apodo, algún mote o alguna broma, inmediatamente estarás escribiendo tu sentencia de muerte… todo el que desee verte molesto te llamará de esa manera. Y el necio y el burlador habrá encontrado el punto débil, no de tu constitución física o de aquello de lo cual se esté burlando, sino el punto débil de tu carácter. Un carácter que no se somete a la Palabra de Dios es un carácter a merced de nuestra naturaleza pecaminosa. Y entonces seremos capaces de responder de la peor manera posible.
Por esto es que se requiere del cristiano un carácter modelado con la Palabra de Dios para salir victorioso ante las asechanzas de un corazón atrapado por la necedad y la burla. Por esto quiero que veamos las características de un carácter modelado por las Escrituras.
Aprendemos a sufrir el agravio (Lunes)
El Señor Jesucristo vino a morir por nuestros pecados, y en esto Él no fue un ejemplo para nosotros. Un ejemplo es algo que se toma como una acción o modelo a seguir, pero nadie podía ni puede seguir ese ejemplo. Ninguno puede morir por sus pecados, o por los de alguien más. Sólo Cristo podía hacer esto; y para la gloria de Su Nombre y nuestro beneficio eterno ¡Él lo hizo!
Sin embargo, hubo otras cosas que el Señor Jesucristo sí dejó como ejemplo para nuestras vidas. Una de ellas fue, precisamente, sufrir el agravio de los demás. La Palabra de Dios nos dice acerca de esta característica ejemplar de Su persona que Él no abrió Su boca cuando le maltrataban. Que fue víctima de crueles atrocidades, pero que nunca abrió Su boca.
Isa 53:7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Esta característica es una que debemos seguir cuando somos objeto de burlas de los demás por cualquier motivo: un accidente que nos ocurra delante de todos, algún error que cometamos al pronunciarnos acerca de algo, una decisión que tomemos. Podría suceder que haya un burlador con un corazón necio cerca de nosotros, y eso no podremos evitarlo o controlarlo. Lo que sí podemos controlar es nuestra respuesta, nuestra reacción.
De inicio, la Palabra de Dios dice que una alternativa es que no haya ninguna. Simplemente no tenemos por qué reaccionar a las burlas de los demás. Esta es una actitud piadosa que la Biblia le llama sufrir el agravio, y Cristo ejercitó este paso ante Sus escarnecedores y burladores. ¿Son tus burladores peores que los de Cristo? ¿O eres tú más digno de respeto que el Señor Jesucristo? La respuesta bíblica siempre podrá ser entonces sufrir el agravio de los demás.
El apóstol Pablo reclamó esta actitud a la iglesia en Corinto, por lo que no solo el Señor fue capaz de hacerlo, sino que nosotros somos llamados a seguir Su ejemplo y ponerlo en práctica en nuestras vidas de igual forma.
1Co 6:7 Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?
En el verso 9 Pablo dice en respuesta que los injustos no heredarán el Reino de Dios. Por lo tanto, necesitamos la justicia de Cristo aplicada a nuestras vidas para lograrlo.
PREGUNTAS REFLEXIVAS: ¿Sabes lo que significa la palabra “agravio”? ¿Has sido agraviado antes? ¿Has agraviado a otros? ¿Qué tan difícil consideras que sea sufrir el agravio y no reclamar a quien nos está agraviando? ¿Qué necesitamos para lograr sufrir el agravio de los demás?
No prestamos oídos a las burlas del necio (Martes)
La sabiduría popular está cargada de refranes y adagios. Algunos sin ninguna base bíblica, pero otros cuentan con un firme respaldo escritural. Un viejo dicho reza: “A palabras necias, oídos sordos”, y ciertamente no encontrarás esta declaración de manera literal en la Biblia, pero si nos fijamos con cuidado notaremos que Ecl 7:21 nos dice algo muy parecido:
Ecl 7:21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
Más claramente dicho: no tenemos por qué prestar atención a las palabras de los necios y burladores cuando han emprendido la tarea de hablar conforme a su pecado. No debemos prestarles atención, no debemos prestar oídos a las burlas de los necios y los burladores.
Esto no quiere decir que les despreciemos absolutamente como personas, pero mientras su actitud sea de burla, sobre todo hacia nosotros, no tenemos porqué prestar atención a sus palabras. Podemos, claro, estar atentos a su silencio (podrían estar avergonzados de lo que dijeron, y es buena oportunidad para comenzar de nuevo dirigiéndonos a ellos con misericordia), o podemos estar atentos a sus palabras de perdón (y debemos perdonar sin dilación), pero mientras la actitud sea de burla, y tengamos que estar en el mismo lugar físico que ellos, de modo que no podamos alejarnos tranquilamente y enfocarnos en otra cosa (digamos, el salón de clases, por ejemplo), entonces la respuesta es no prestar atención a sus palabras. No digo que sea fácil, pero en el poder del Espíritu de Dios podemos lograrlo. El Señor también dejó ejemplo para nosotros en este sentido:
Sal 38:12a-16 Los que procuran mi mal hablan de mi destrucción, y traman traición todo el día. Mas yo, como el sordo, no oigo; soy como el mudo que no abre la boca. Sí, soy como el hombre que no oye, y en cuya boca no hay réplica. Porque en ti espero, oh SEÑOR; tú responderás, Señor, Dios mío. Pues dije: Que no se alegren de mí los que, cuando mi pie resbala, se engrandecen sobre mí.
No prestar oídos a palabras necias es una estrategia pacificadora que debemos saber emplear, sin actitudes arrogantes que puedan enfurecer más a nuestros burladores. Y debemos recordar que nosotros mismos, en algún momento, pudimos haber sido de aquellos que se burlaron de otros:
Ecl 7:22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
PREGUNTAS REFLEXIVAS: ¿Crees poseer un carácter fuerte como para no dejarte mover de tu integridad el escuchar palabras necias? ¿O eres dueño de un carácter tan débil que ante la mínima burla te involucrarías en una discusión estéril, que provocará que tu también seas sancionado? ¿Qué crees que puedes hacer al respecto? ¿Cómo puedes ejercitarte?
No hacemos caso a las burlas del necio (Miércoles)
Si crees que no eres capaz de no prestar oídos al burlador, siempre puedes no hacerle caso a las cosas que oigas de su boca. Una cosa es prestar oídos a sus necias palabras, una cosa es oír (a lo mejor no nos queda otra alternativa, por su volumen, por su insistencia, etc.), y otra cosa es que siempre seremos capaces de decidir sabiamente qué hacer con lo que oímos.
Algo que podemos hacer es esto: NADA. No hacer caso. Simplemente. Si las palabras son palabras de burla, palabras necias, aún palabras que otros pueden considerar ofensivas, no tienes por qué responder como aquel que hizo caso y tomó en cuenta lo que se dijo. Es muy probable que debas reportar la ofensa más tarde (y toma en cuenta que tu tranquilidad y ecuanimidad al reportar el hecho te dará más credibilidad que a aquel que reporte de forma airada alguna burla en su contra), pero siempre es posible dejar pasar la ofensa, no hacer caso al burlador.
La Palabra de Dios dice que aquel que logra no hacer caso a la burla, sino que hacemos que sus palabras no tengan el poder de ofendernos, son llamados prudentes.
Pro 12:16 El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente.
Tenemos la oportunidad de ser considerados prudentes por la Palabra de Dios al permitir que la burla nos pase por encima sin dañarnos: sin dañar nuestro ánimo, sin dañar nuestra estima, sin dañar nuestra relación con Dios por medio de mantener un testimonio de paz en medio de la ofensa.
PREGUNTAS REFLEXIVAS: ¿Qué cosas entiendes que puedes hacer para lograr no hacer caso a las burlas? ¿Te parece que meditar en la Palabra de Dios más veces que lo que estas haciéndolo ahora puede ayudar? Si es así, ¿En qué versos meditarías?
No contendemos con el necio (Jueves)
Contender con el necio es una práctica de alto riesgo. Normalmente el necio y el burlador son personas sagaces de palabra, y las utilizan con presteza para el mal. Se mofan, se burlan sarcásticamente, son capaces de ofender en el proceso.
Por tanto, una de las recomendaciones que la Palabra de Dios nos da ante los embates del necio y del burlador es no contender con él. Créeme: ya tienen quien contendrá con ellos si no proceden a un arrepentimiento en sus vidas.
Es de sabios no contender con el necio. La Palabra de Dios nos enseña que si contendemos con el necio, ya sea que este se ría, se burle, o tome a chiste nuestro argumento contra él; o bien sea que se enoje, que se irrite más contra nosotros cuando le confrontemos, en ninguno de los dos casos habrá reposo, en ninguno de los dos casos habrá beneficio de haberle confrontado en su necedad y su burla.
Pro 29:9 Si el hombre sabio contendiere con el necio, Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.
De manera que la mayoría de las veces es necesario, simplemente, dejarle y no contender con él. Sufrir el agravio, no oír sus palabras, y si las oímos no hacerles caso. Esa es la actitud que evidencia un carácter modelado por la Palabra de Dios.
PREGUNTAS REFLEXIVAS: ¿Qué crees que significa contender? ¿Te consideras a ti mismo una persona contenciosa? ¿Consideras que se es contencioso solo de manera física? ¿Es posible ser contencioso de manera verbal, aunque nunca peleemos físicamente?
No respondemos con la misma naturaleza de palabras o del carácter (Viernes)
La Biblia nos invita a considerar nuestras Palabras antes de construir una respuesta para el necio o el burlador. Hay veces en las que, ciertamente, no podemos evitar dirigirnos a estas personas con alguna respuesta, pero debemos procurar que la nuestra sea sabia, no conforme a su necedad, sino como se merece que le respondan.
Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión. – Prov 26:4-5
¡Pero cuidado! La manera en como pudiéramos pensar que merece ser respondido no es necesariamente agraviante, o de manera ofensiva, o vengativamente en respuesta a su necedad. La Biblia nos dice que lo que merece el necio es ser recordado de su necesidad de Cristo. No hay respuesta más sabia (y tan comprometedora para el necio y el burlador) que le recuerden su condición delante de Dios.
Podemos responder conforme al Proverbio 3:7 “No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal”, o podemos responder conforme al Proverbio 26:12 “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él”. En todo caso lo que queremos es recordarle los resultados de estimarse sabio en su propia opinión. Esta es la respuesta que debemos dar al necio y al burlador, honrando el consejo bíblico y dejando el resto a la misericordia de Dios sobre ellos.
PREGUNTAS REFLEXIVAS: ¿Cómo responderías tú al necio? ¿Qué versículo te gustaría que fuera tu respuesta favorita al burlador?
Comments are closed.