Blog
Sep 07

El Amor de Dios en Cristo y su cruz

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. – 1Jn 4:10amor

Hubo un hombre que estaba encargado de hacer subir y bajar un puente sobre el cual de vez en cuando cruzaban   trenes pero por debajo pasaban unos barcos. Cuando no llegaban trenes, el puente permanecía levantado, para que pasasen los barcos, pero cuando venía algún tren, él activaba la palanca para hacer bajar el puente y poder cruzar los trenes. Un día, llevó su hijito de 8 años a su lugar de trabajo y le mostraba cómo funcionaban las cosas. Y en algún momento de tranquilidad, dejó al hijo en la torre de vigilancia y control de la palanca para ir a buscar algo mientras el puente estaba levantado para que estuvieran  pasando los barcos. Y mientras regresaba a la torre, escuchó la bocina de un tren que se acercaba al puente. Miró que no había ningún barco debajo del puente, y corrió a la torre de control y para su gran sorpresa no encontró a su hijo. Mientras el tren seguía silbando y acercando, vio a su hijo que estaba con un pie atascado  justo debajo del puente.  ¿Y qué hacer ahora? Rápidamente calculó que  el tiempo no le iba a dar para ir en auxilio de su hijo y volver para activar la palanca a fin de que baje el puente. El tren con sus cientos de personas, estaba demasiado cerca. Por tanto, con el corazón destrozado y lágrimas en los ojos, bajó el puente aplastando así a su hijo a cambio de las vidas de los que estaban en el tren. Muy probablemente nunca las había visto, algunas de estas personas nunca llegarían a apreciar lo que este padre hizo, no obstante él los “amó”.  El apóstol Juan define el amor de una manera categórica pero vivida. Manda a los creyentes a amarse los unos a los otros porque esto es una demostración de haber conocido a Dios. En el mundo, se habla mucho de amor y cada uno lo define o lo entiende como bien le parece. Pero Jehová, el Dios soberano nos ha amado y necesitamos saber cómo Él define Su amor para con nosotros. Y según este pasaje de 1 Jn4:10, el amor que Dios nos ha revelado tiene 4 características fundamentales. Veámoslo en detalle.

4 características del amor que Dios nos ha revelado.

  • El amor de Dios se originó en Sí mismo y no en nosotros. Muchas veces los esposos cuentan cómo se inició su relación amorosa: “Mi amor por él empezó cuando se puso a tratarme con caballerosidad al término de la Secundaria” dice la esposa. “Empecé a amarla cuando fui impactado por su pasión en servir a otros” puede decir el esposo. Pero el amor de Dios para con nosotros se originó en Sí mismo y no en nosotros!  ¿Por qué?  Dice 1 Jn4:10: “no en que nosotros hayamos amado a Dios” Dios nos amó porque este amor  surgió de Sí mismo y no porque nosotros habíamos empezado a amarle a Él. Su amor por nosotros no es el resultado de nuestro amor por Él. Pero otra vez ¿Por qué? La razón es que Dios nos amó mucho antes que existiéramos: “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad”   (Ef. 1:4-5) El amor de Dios para con nosotros en Cristo Jesús es desde antes de la fundación del mundo, es decir antes naciéramos. Por tanto, no pudimos haber influido en Dios para que Él nos ame, y Él nos amó porque Él quiso: según el beneplácito de su voluntad”.

 

  • Dios nos amó a pesar de nosotros mismos. La mayoría de los padres que adoptan hijos se basan en ciertas razones y criterios para elegirlos. Pero estoy seguro de que prácticamente ningún padre o madre adoptaría un hijo si pudiera saber de antemano que será un asesino o narcotraficante, o una hija que se dedicará a la prostitución. Pero no ha sido así en cuanto a Dios. Dice el apóstol Juan: “sino en que él nos amó a nosotros”  ¿Y quiénes somos nosotros? Pablo lo aclara en Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”  En otro lugar Pablo lo dice así: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su  gran amor con que nos amó, aun cuando estando nosotros  muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” (Ef.2:4-5)

Cuando Dios miró desde la eternidad pasada, no hubo ni un solo ser humano que pudiera ganar Su amor, ni siquiera causar alguna motivación en Él, sino que al contrario, a todos, absolutamente a todos nosotros  nos vio pecadores y enemigos de Él. Y aun así  Él nos amó.

 

  • La revelación y demostración del amor de Dios es una Persona: Cristo. Es verdad que Dios hace salir su sol para todos, también hace llover y hace germinar las semillas del campo. Pero la Biblia no llama eso amor de Dios. Es verdad que Dios prometió no destruir otra vez la tierra por diluvio como en los días de Noé y que hasta el fin las estaciones permanecerán. No obstante, esto no constituye muestra de Su amor. Y aun cuando se aprecia el permiso de parte de Dios para comer carne animal que no es tan deliciosa al paladar, nada de esto se puede considerar como muestra del amor de Dios. Ninguna prosperidad económica,  ninguna paz territorial y ninguna prolongación de salud física es muestra de del amor de Dios. Cuando el apóstol Juan define el amor de Dios, esencialmente  él ve a una Persona, a Jesucristo. Dios nos amó “y envió a su Hijo” Como si no hubiera ninguna otra forma. El apóstol Juan registra estas famosas palabras del mismo Cristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito,” Dios decidió dar de sí mismo y darse a Sí mismo. Dios Padre aceptó dar a Dios Hijo. Dios dio lo más importante que tenía porque nunca en la Trinidad había ocurrido separación alguna. Entonces Dios envió a su Hijo, no a un mundo lleno de lujos o con un poco menos de perfección que el cielo donde estaba sino a un mundo maldito por el pecado y lleno de pecadores. Dios envió a su Hijo, no en toda su gloria y esplendor sino a estar sujeto a un cuerpo humano sufriendo hambre, sed, cansancio, etc. Dios envió a su Hijo, no a un mundo donde recibiría un trato honorable sino donde le rechazarían y le tratarían cruelmente. Parecería que Dios odiaba a su Hijo, pero no, nos amó y lo demostró de la manera más impactante:  envió a su Hijo Jesucristo a nuestro  miserable mundo.
  • Cristo, el amor de Dios manifestado, vino a suplir nuestra necesidad más importante. Un día  hombre chino se acercó al misionero Hudson Taylor y le dijo: “Señor Hudson, ¿Qué voy a hacer con mis pecados? Tengo muchos años buscando la verdad y no la encuentro, he tratado con diversos ritos pero todavía siento que mis pecados siguen ahí. Nuestro maestro hindú ha dicho que no debo preocuparme, pero al acostarme noche tras noche, busco la respuesta acerca de qué voy a hacer con mis pecados. Ya tengo setenta años y no sé si veré otra década más. ¡Ayúdame por favor!”  Aunque muchos lo quieren negar, en el fondo cada uno se enfrenta con la terrible necesidad de ser perdonado por Dios ya que todos han pecado contra el Dios tres veces santo. Y este Dios está preparado para derramar su ira sobre los pecadores no arrepentidos. Ya que ningún ser humano puede, por sí mismo obtener el perdón de Dios, y que la paga del pecado es muerte, por tanto, Dios  envió a Jesucristo como nuestro sustituto. El apóstol Juan dice que el Hijo vino en “propiciación por nuestros pecados”. La palabra “propiciación” es tomada del Antiguo Testamento donde cada persona que hubiese pecado contra Dios, debía traer un animal para que fuese muerto en su lugar. La persona ponía su mano sobre la cabeza del animal, confesaba sus pecados y el animal era degollado, su sangre esparcida sobre el altar o en el caso del sacrificio anual, la sangre se rociaba sobre el propiciatorio del  arca del pacto, y al ver la sangre, Dios perdonaba al ofensor. Dios no envió a su Hijo para alimentar personas o sanar enfermos simplemente sino para cargar nuestros pecados y morir como un criminal siendo inocente para obtener perdón gratuito para nosotros. La muerte en una cruz, la pena más horrible para una persona en el tiempo del imperio romano y la forma más vergonzosa de morir fue aplicada a Aquel a quien se le dijo dos veces desde el cielo: “Tú eres mi Hijo amado”. ¿Cómo Dios pudo permitir esto? Porque no había otra forma de nosotros obtener perdón por nuestros pecados porque “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb.9:22)

 

El amor de Dios no consiste en tener prosperidad económica, no consiste en estar en salud todo el tiempo, sin tener enfermedad alguna. El amor de Dios no consiste en que te vaya bien en todo lo que haces, en tus estudios y proyectos. Todo esto es terrenal y temporal. Pero el amor de Dios consiste en que Él nos haya provisto salvación y vida eterna en nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo tú definías hasta ahora el amor de Dios? ¿Lo has  experimentado ya en tu vida?