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Sep 26

Amar a Dios nos permite confiar plenamente en El

los-zelotesTe amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; – Salmos 18:1-2a

Al final del 60 d.C. (aún dentro del siglo I), un grupo de judíos encabezados por los llamados zelotes armaron una revuelta contra los romanos. Cuando la ciudad de Jerusalén fue destruida por el general romano Tito en el año 70, algunos de los judíos sobrevivientes huyeron a Masada donde se unieron a otros compatriotas que ya estaban allí combatiendo contra los romanos. ¿Y por qué a Masada? Masada no era cualquier lugar. Masada es llamada una de las fortificaciones naturales más sorprendentes del mundo. Está a 396 metros sobre el nivel de mar Muerto. Fue transformada por el rey Herodes quien construyó allí dos palacios maravillosos, más de treinta torres de defensa, cisternas y almacenes con suficientes armas y provisiones para abastecer a diez mil hombres durante muchos años. Estando sobre una masa montañosa gruesamente rocosa y en modo de precipicio, y teniendo las condiciones anteriormente mencionadas, Masada era prácticamente inviolable cuando era defendida de cualquier ataque o asedio. No podía haber un mejor lugar adonde refugiarse. Por estas y otras razones, los judíos revolucionarios confiaban tanto en Masada para su defensa.

De una manera más efusiva, en este salmo 18, David declara su amor por Dios. Jehová Dios había permitido que David pasara por diversas pruebas, siendo perseguido cada día mientras Saúl estaba en vida. En más de una ocasión, David estuvo a punto de ser atrapado por Saúl y sus hombres. Pero por otro lado, David tuvo la oportunidad en dos veces de matar a Saúl y no lo hizo por temor a Dios. ¿Por qué? David había entregado toda su vida al Dios que le había escogido como rey, aun cuando esto no había materializado todavía. David había amado a Dios y le había puesto a Él por encima de ocupar el trono por sus propias fuerzas. Aunque su vida estaba continuamente en peligro, David confiaba plenamente en el Dios que había amado, y nos da cuatro razones para nosotros hacer lo mismo.

4 razones para confiar en el Dios que amamos.

  • Dios es ayuda defensora y sustentadora. Cuando en respuesta al amor de Dios, decidimos entregar toda nuestra vida a Él, esto implica que hemos decidido depender de Él para todas las áreas de nuestra vida. No podemos vengarnos en respuesta a los que nos ofenden y persiguen. No podemos armarnos hasta los dientes o hacer uso de todo tipo de artimañas para asegurar el cuidado de nuestra vida. David nos invita a confiar en el Dios que hemos amado porque Él es ayuda defensora y sustentadora. Las dos palabras traducidas fortaleza en el pasaje significan literalmente “ayuda” y “muro de piedra, hendidura en la roca” respectivamente. Entonces, en las situaciones difíciles de nuestra vida como angustia, presión, persecución, pesada carga, nuestro Dios es totalmente confiable para que obtengamos de Él toda la ayuda para defendernos y sustentar nuestras vidas: “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Is.43:13, 10)

 

  • Dios es seguridad inamovible. “Roca mía”. En algunas montañas en la región del Sur profundo, camino a Jimaní, se puede apreciar unas rocas inmensas que sobresalen en los costados de dichas montañas. Y a pesar de los muchos vientos que ha habido, estas rocas han permanecido en su lugar.  David compara a Dios como una roca grande y elevada. ¿Qué significa esto? En Dios podemos estar completamente seguros en el día de la adversidad porque nada ni nadie es más fuerte que Él. David se había aferrado a Dios, y a pesar que Saúl le perseguía con más de tres mil hombres poderosos, siempre estuvo seguro en Dios. Por esto que el apóstol Pablo pregunta: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? ¿Acaso no existen motivos o circunstancias que son tan fuertes de tal modo que ya dejemos de tener seguridad en nuestro Dios? Dios ya nos amado en Cristo y si nosotros le amamos a Él, podemos decir como Pablo: “Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”(Rom. 8:38-39)

 

  • Dios es refugio inexpugnable. El Señor Jesús dijo: “No temáis a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden matar el alma”. Físicamente, podemos llegar a sufrir daños en este mundo a mano de algunas personas. Podemos llegar a perder nuestros bienes como muchos cristianos lo han experimentado a lo largo de la historia. Pero no pasa de ahí por cuanto nuestras almas están doblemente guardadas por Jesucristo y por el Padre. Sin embargo hay situaciones y circunstancias que en un día u otro afectan con tristeza nuestros corazones. ¿Qué puedes hacer cuando recibes la noticia de fallecimiento de un familiar? ¿Qué puedes hacer cuando te sientes abrumado por las responsabilidades escolares? ¿Cuál es el lugar adonde recurrir cuando ocurre alguna tragedia de enfermedad o crisis económica en tu hogar? ¿Y si es el pecado que te tiene acorralado? Para David no había mejor refugio que Jehová Dios en medio de sus tribulaciones. David considera a Dios como un castillo, literalmente dicho una fortaleza, un lugar fuerte adonde uno se refugia y donde nadie pueda penetrar para sacarte de ahí o vencerte con sus ataques desde fuera. Tú también puedes refugiarte en Dios porque “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.”

 

  • Dios es Libertador invencible. En dos ocasiones, mientras David tocaba arpa para Saúl, este le tiró una lanza para matarlo, pero Dios no permitió que David resultara herido. En varias ocasiones, Saúl envió a David a pelear contra los filisteos a fin de que muriera en batalla, pero Dios siempre lo libró. Finalmente cuando David salió huyendo de Saúl, en dos ocasiones le descubrieron a Saúl dónde estaba escondido David, y él fue con un ejército de tres mil hombres para buscarlo. Sin embargo, quien terminaba en posibilidad de ser muerto era Saúl, si no fuera que David hubiese rehusado matarlo. David mismo dice: “Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano sobre el ungido de Jehová. Y he aquí, como tu vida ha sido estimada hoy en mis ojos, así sea mi vida estimada en los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción. (1Sa 26:24) Dios estaba de lado de David, quien le amaba, por tanto Saúl con todo su ejército nada podía contra Aquel que es Todopoderoso. De igual manera, si amas a Dios, puedes confiar plenamente en Él para librarte de toda aflicción porque Él es Libertador invencible.

Aquellas personas que se refugiaron en Masada tuvieron un final muy triste. Los romanos los sitiaron por varios meses y al final construyeron una rampa para llegar a la cumbre de la fortaleza.

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Cuando aquellos judíos vieron que el enemigo estaba a punto de penetrar a su refugio, decidieron suicidarse. Se mataron unos a otros. Los romanos entraron y encontraron una multitud de cadáveres con la excepción de dos mujeres y cinco niños que se habían ocultado para no perecer en aquella tragedia. Los judíos revolucionarios habían confiado en Masada para refugiarse pero Masada no era inexpugnable. Sin embargo, aquel que ama a Dios puede confiar plenamente en Él frente a todo tipo de situaciones:Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como tormenta contra el muro” (Isa 25:4) Si amas a Dios, aférrate a esta promesa y obedece este mandato: “Tú guardarás en completa paz, a aquelcuyo pensamiento en tipersevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente; porque en el Señor Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. (Isa 26:3-4)